Para muchas personas, tomar agua de una botella que se queda en el coche expuesta al sol es una situación común, ya que a menudo es la única forma de saciar la sed. Sin embargo, aunque pueda parecer una buena idea, en realidad es una mala decisión consumir agua en esas condiciones. Un nuevo estudio indica que es preferible no beber el líquido, o al menos deshacerse de la botella y reciclarla.
A menos que alguien disfrute consumir una mezcla de productos químicos potencialmente tóxicos, lo mejor es no beber agua de una botella expuesta al sol. La investigación de un grupo de científicos de la Universidad de Jinan, en China, señala que esta situación no solo degrada la botella, sino que también libera múltiples toxinas.
Según el estudio, la exposición prolongada a los rayos solares hace que las botellas de plástico emitan una amplia variedad de "Compuestos Orgánicos Volátiles" (COV). Estas son sustancias químicas que se evaporan fácilmente a temperatura ambiente y se pueden encontrar en una variedad de productos como combustibles, solventes, pinturas y productos de limpieza.
Los COV también se encuentran en los plásticos utilizados para fabricar botellas de agua y envases de alimentos. Aunque en muchos casos estos compuestos pueden ser inofensivos, también pueden tener efectos en la salud a corto y largo plazo.
El efecto del Sol en las botellas
Como parte de su estudio, los científicos analizaron el comportamiento de seis tipos de botellas de plástico con agua, expuestas a la radiación ultravioleta A y a la luz solar. Descubrieron que se liberaba una mezcla de COV, incluyendo alcanos, alquenos, alcoholes, aldehídos e incluso ácidos, además de algunos compuestos "altamente tóxicos" y carcinógenos como el n-hexadecano.
Todas las botellas analizadas estaban hechas de tereftalato de polietileno (PET), uno de los plásticos más utilizados en la actualidad. Sin embargo, se encontraron algunas variaciones en la composición y concentración de COV entre las diferentes botellas, debido a distintos procesos de producción y aditivos utilizados en su fabricación.
No obstante, los investigadores no detallan si esta liberación de sustancias también se debe a la fotodegradación, un proceso en el que las estructuras de plástico se descomponen en respuesta a la luz.
Los riesgos a la salud
Además, la investigación también destaca el grado de riesgo que implica consumir este tipo de agua. Por ejemplo, si se toma un sorbo de agua contaminada, el peligro es muy pequeño, pero una exposición prolongada puede representar un riesgo acumulado para la salud.
El investigador principal, Huanse Ou, advierte que los consumidores deben estar atentos a estos productos, especialmente en entornos donde el agua embotellada ha estado expuesta a la luz solar durante periodos prolongados.
En el caso de una botella de uso individual, de aproximadamente medio litro, el estudio indica que el riesgo es bajo, ya que la cantidad de sustancias químicas liberadas es muy pequeña. La cantidad de COV volatilizados de un recipiente de aproximadamente 20 gramos es apenas de unos cuantos nanogramos.
Esto significa que, aunque la exposición sea prolongada, los riesgos siguen siendo mínimos para la salud humana, debido al pequeño tamaño de los recipientes.
Más evidencias de contaminación
No obstante, además del Sol, hay otros factores a considerar al almacenar agua en botellas de plástico. Además de la degradación, estas botellas también pueden permitir la filtración de cientos de sustancias químicas en la bebida, algunas de las cuales podrían tener efectos nocivos para la salud, como carcinógenos o disruptores endocrinos que afectan al sistema hormonal.
Además, existen más evidencias sobre los riesgos. Por ejemplo, un estudio señala que calentar las botellas puede liberar entre 1 y 16 millones de partículas microplásticas por litro en los biberones durante el proceso de esterilización recomendado para estos envases.
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